Nos conocimos en una reunión de un proyecto que para ese momento apenas empezaba. Todo el mundo estaba sentado, salvo un grupo de 5 personas que lideraría la reunión. De la una a la otra se pasaban la palabra, sin saber cómo comenzar ni cómo explicar qué hacíamos todos ahí. Hasta que Camila puso un pie al frente, se paró firme, nos miró, nos hizo callar sin pedirlo, nos hizo mirarla y no quitarle nuestra atención sin exigirlo, comenzó a hablar y dirigió toda la reunión. Desde ese momento supimos quién era Camila: una mujer poderosa, que sabe lo que quiere y eso mismo lo consigue, mientras que el resto la observamos deslumbrados.
Cami no deja de sorprendernos todos los días y provocar nuestra admiración. Una vez, en una cena, no había terminado su plato, pero pidió que todo aquello que el resto del grupo no se había comido se lo pusieran a su lado, para ella terminarlo. Y así fue. Otra vez se subió a un taxi sin plata, al llegar a la universidad se bajó y convenció a un extraño de que le prestara la plata para pagarlo. Así es Cami. En otra ocasión, se demoró en publicar en Facebook su acostumbrado análisis futbolístico después de un partido de la Selección Colombia, y una buena cantidad de gente, varios hombres entre ellos, le escribieron preguntando que qué había pasado, que estaban esperando sus comentarios.
“Las mujeres no saben de fútbol”, pero Camila es comentarista de fútbol. “Las mujeres no son tan capaces para ocupar cargos directivos” y Camila es cofundadora, miembro de la junta directiva y codirectora de una de las fundaciones más importantes del país. “Las mujeres deben cuidar su figura” pero Camila dice que nadie que disfrute la vida tiene un abdomen perfecto. Camila no es una mujer común. No tiene límites. No sabe qué es un paradigma, porque antes de saber qué eran ya los había roto todos. Tiene un alma vigorosa, generosa, desafiante, que no se deja imponer roles de género que le impidan alcanzar sus objetivos o disfrutar cada día de su vida. Y por esto es que vivir cerca de Camila a todas nos cambió la vida.
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