Ha pasado tan solo una semana desde que empezó el 2018 y sin duda alguna promete ser un gran año. Les voy a decir porqué: lo que comienza así de bien debe terminar aún mejor. Justo el primer día del año salió al aire el primer mensaje en redes sociales de la campaña #Timesup y el domingo durante los Globos de Oro se ha marcado historia sobre el papel de las mujeres y como podemos generar cambios en una industria.
A partir de las denuncias de acoso y abuso sexual que surgieron en la industria cinematográfica en el 2017, algunas actrices de Hollywood se unieron para dejar un mensaje claro: se acabó el tiempo para el abuso sexual, el acoso y la inequidad, y es momento de hacer algo al respecto. Como actrices y celebridades, ellas reconocen el privilegio que tienen y quieren usar sus voces para amplificar las de millones de mujeres que son poco visibles o no tienen una plataforma ni recursos para denunciar situaciones de este índole que viven de manera diaria en otros campos laborales. Con su declaración promovieron que tanto actrices como actores, en voz de apoyo a la iniciativa, se vistieran de negro a la entrega de la 75va versión de los Globos de Oro. La respuesta fue sin duda arrasadora. La conversación de la noche no fue a quién estaban vistiendo con sus trajes, sino porqué estaban vistiendo sus trajes. Los acompañantes pasaron de ser los esposos y parejas de los invitados, a ser amigas y activistas que apoyaban la campaña.

Durante la entrega, Oprah Winfrey se fajo un discurso al ser la primera mujer afrodescendiente en recibir el premio Cecil B DeMille. Este premio fue establecido en 1952 por la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood como un reconocimiento especial y prestigioso a contribuciones extraordinarias en el mundo del entretenimiento. La primera mujer en obtener este reconocimiento fue Judy Garland en 1962. Por su parte, Cecil B DeMille fue un gran director y productor que se enfocó en hacer el cambio de cortometrajes a largometrajes, y de convertir a Hollywood en la capital del cine en el mundo. Para que se hagan una idea de la magnitud del premio, personalidades como Walt Disney, Frank Sinatra, Alfred Hitchcock, Audrey Hepburn, Barbara Streisand, Steven Spielberg, Woody Allen, y Meryl Streep han sido galardonados.
Me voy a tomar la libertad de basarme en el discurso de Oprah y parafrasearlo un poco para desarrollar esta columna e identificar los puntos claves y relevantes que nosotras, como mujeres, debemos tener en cuenta. Oprah empieza con una frase inspiradora: «Hablar la verdad es la herramienta más poderosa que todos tenemos¨. Y lo es, las palabras crean y destruyen realidades. Las palabras que hablamos muestran lo que pensamos y sentimos, y por tanto construyen nuestra identidad e historia.
Todas las personas son celebradas por las historias que cuentan. En el 2017 las mujeres nos volvimos la historia: muchas mujeres increíblemente fuertes y valientes se atrevieron a alzar sus voces y contar sus historias a través de la campaña de redes sociales #MeToo, dando visibilidad a la cotidianidad del acoso y abuso sexual alrededor del mundo. Sus palabras no cambiaron las experiencias que tuvieron pero si están cambiando como se conciben estos dos hechos alrededor del mundo. Lo que para muchas mujeres era un tabú mostró ser un elemento de unión, y para los hombres, mostró lo recurrente que sucede en su entorno cercano. Algo que empezó desde la industria del entretenimiento trasciende ahora a cualquier cultura, geografía, raza, religión, creencias políticas o industria de trabajo. Este es mi primer mensaje: recordemos todos los días que nuestra voz es nuestro mayor poder, y por tanto todo lo que podamos hacer para usar nuestras palabras, que sea para construir una mejor realidad para cada una y las mujeres que nos rodean.

En un segundo punto, Oprah menciona su gratitud a estas mujeres que han soportado años de acoso y abuso y se han levantado para contarlo, porque nuestros sueños y realidades están construidos sobre los sacrificios que ellas han hecho por nosotros. Son sacrificios pues vivimos en un mundo donde nuestras voces son silenciadas y no tenidas en cuenta si lo que produce es incomodidad al hombre. Mujeres, nosotras caminamos sobre hombros de gigantes. Son las mujeres cuyos nombres probablemente no vamos a conocer: trabajadoras domésticas, agricultoras, trabajan en restaurantes, en empresas, en ciencia, en la política, o inclusive hasta en el ejército, quienes se han levantado teniendo todas las circunstancias en contra para poner un fin a las injusticias con las cuales vivimos. Estas personas son las que merecen todo nuestro agradecimiento y apoyo. Este también es mi segundo mensaje: no estamos solas, y entre más unamos nuestra voz y entendamos que nos necesitamos, más rápido obtendremos los cambios que buscamos.
Hay un nombre que marco historia en Estados Unidos: Recy Taylor, una afroamericana que en 1944 fue raptada y violada por seis hombres blancos. Ellos la amenazaron con matarla si le contaba lo que le había pasado a cualquier persona. Este caso llegó a ser noticia nacional, en tanto en que ella se empeñó a que su caso fuera conocido a nivel mundial. Fue noticia, pero su caso no llegó a dar alguna consecuencia a sus violadores, pues no había manera de que ellos fueran juzgados por sus actos.
Ella vivó como vivimos nosotras, en una sociedad dominada de manera prominente por hombres. Por ejemplo, recientemente leímos a un periodista colombiano que considera que solo es grosería que el jefe le coja la rodilla a su empleada debajo de la mesa, que a uno le cojan el culo o le pellizquen una teta. Y a esto le podríamos añadir que en Colombia existe una inequidad salarial entre hombres y mujeres aún cuando su trabajo es igual, y que hay una representación inequitativa de las mujeres en posiciones de liderazgo en la mayoría de las industrias. Es la misma mentalidad la que no entiende que desde estos pequeños actos se construye una cultura machista que lleva a las violaciones y los abusos laborales. Mi tercer mensaje: si no se erradica de raíz, no se erradica para nada.
Por demasiado tiempo las mujeres no han sido escuchadas, y si lo fueron, en la mayoría de casos sus historias no fueron creídas. Ellas se atrevieron a hablar su verdad hacia el poder de esos hombres. Pero su tiempo se acabó. La decisión de Recy de alzar su voz y contar su historia está siendo apoyada por todas aquellas que se han levantado y han dicho #YoTambién. Y bajo esto, sobre cada hombre que decide escuchar estas historias.
Nosotras desde Sietepolas queremos contar historias que empoderen, que nos den la fuerza para levantarnos y estar orgullosas de nuestro trabajo y de quienes somos todos los días. Sobretodo que dejen legado para que más mujeres puedan pararse y decir #YoTambién quiero cambiar lo que está pasando.
Yo también estoy cansada de quedarme callada en las reuniones familiares y sociales por miedo a lo que puedan pensar de mi o por ser rechazada. Yo también estoy cansada que mis compañeros de trabajo me digan que soy una histérica y una mandona por decirles de manera seria qué es lo que falta por hacer. Yo también estoy cansada de caminar por la calle haciéndome la de oídos sordos cuando me dicen piropos, por miedo a lo que podría pasar si les devuelvo el comentario. Y sobre todo, yo también estoy cansada de que me menosprecien y me digan que no puedo hacer algunas cosas porque soy una mujer.
Ningún hombre va a entender como experimentamos la vergüenza, la ira, como nos aislamos, perseveramos, como nos sobreponemos a todas las experiencias que vivimos diariamente. Por esto lo que pasó el domingo pasado en los Globos de Oro es un hito tan grande: por primera vez el foco de la historia está en las mujeres y nuestra voz es respetada y celebrada. Hoy apoyamos a Oprah, queremos que todas las niñas y mujeres sepan que un nuevo día está sobre el horizonte. Este día está siendo construido por mujeres y hombres que trabajan para que nadie más tenga que volver a decir #YoTambién.
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