por: SinturaConEse
Antes de comenzar, unas verdades ineludibles:
- ¿El reggaetón es machista? Sí, el 98% del tiempo.
- ¿Se ha construido mayoritariamente a través de la explotación del cuerpo femenino y su cosificación? Sí.
- ¿Reproduce discursos violentos contra la mujer? Sin duda.
- ¿Pienso refutar de algún modo todo lo anterior? No. (Reservo las rehabilitaciones imposibles para mi vida amorosa).
¿Y entonces? ¿Cómo es eso de una defensa feminista del reggaetón?
Si usted es como yo, suena una canción de reggaetón (o de cualquier otro “género urbano” de la misma raíz) y no se puede quedar quieto, pierde el control de su respuesta pélvica y no sabe si tienen la música en los hombros, en el pecho o en las caderas. A lo mejor me voy al infierno de los literatos por lo que voy a decir, pero es la verdad: cuando bailo reggeaton pienso en una estrofa del poema “Still I rise” (Aun así me elevo) de la afroamericana Maya Angelou:
Does my sexiness upset you? Te molesta mi sensualidad?
Does it come as a surprise ¿Surge como una sorpresa
That I dance like I’ve got diamonds que yo baile como si tuviera diamantes
At the meeting of my thighs? ahí, donde se encuentran mis muslos?
Sí. El reguetón es machista, es violento, es una boleta pero a mí me hace sentir como si fuera a conquistar el mundo a punta de meneos. Además, el reggaetón es un fenómeno del que quiso apropiarse hasta el mismísimo Justin Bieber. Y si algo no vale la pena es descalificar un fenómeno de este tamaño y decir que guácala, que nadie debería escuchar esa vaina y chao. Pero tampoco se trata de hacernos los locos y dejarlo pasar. La misoginia reggaetonera es peligrosa porque la dejamos pasar desapercibida. Tarareamos y cantamos canciones que refuerzan la idea de que las mujeres somos objetos para el placer sexual masculino o de que las mujeres siempre decimos que no cuando en realidad sí queremos, y no reflexionamos al respecto.
Además, ¿qué hay del alto contenido sexual de las canciones? ¿Nos sirve de algo? El reggaetón y su primo hermano el trap latino podrían ser el fundamento de una revolución sexual en nuestras ranciamente conservadoras culturas latinoamericanas. Y yo no sé a ustedes cómo les ha ido, pero yo no he visto mucho de eso todavía. Si la gente de mi generación hablara de sexo con sus parejas con la misma libertad con que lo hacen las canciones que escuchan, no estaríamos hablando de que el 95% de los hombres heterosexuales llega al orgasmo cuando tiene relaciones sexuales con mujeres, mientras solo el 65% de las mujeres lo alcanza. Y no, el problema no somos nosotras porque 86% de las mujeres lesbianas alcanza el orgasmo en sus relaciones sexuales.
Así que algo estamos haciendo mal, y si el reaggetón me va a dar la excusa para iniciar estas conversaciones pues comencemos. Y como todas las fallas del reggaetón de siempre me parecen mucho más que evidentes opté por una opción distinta. Quiero hablar de cómo las cantantes del reggaetón, que solo han empezado a ser reconocidas recientemente, – pues como ya es usual, a las mujeres todo lo que nos merecemos nos llega tarde – han empezado a destruir esos discursos machistas y cosificadores desde adentro.
Ellas prueban que no se trata de no hablar de sexo, o de no vernos como los seres sexuales que definitivamente somos, sino de hablar de sexo como algo que ocurre entre dos personas y que cuando involucra a una mujer debe involucrar sus deseos y sus preferencias. Y valorarla como un sujeto absolutamente activo y con agencia sobre todo lo que pasa es todo lo que pedimos, y es lo que ellas nos dan. (Ahora solo falta que ellos nos lo den también, en la música y en la realidad).
Así que aquí están, 6 canciones que, como en una estrategia del caracol, aprovechan el reggaetón para transformar sus discursos de adentro hacia afuera.
1. Downtown
(Anitta)

Cuando la oí por primera vez casi no doy crédito a mis oídos: ¡una canción sobre sexo oral practicado por un hombre para una mujer! Y es que de esto no se habla mucho. Y tenemos que hablar, porque los hombres nos están fallando en grande y eso ya pasó de moda. Estud
ios de la Universidad de Guelph, en Canadá, y de un grupo de investigadores en Australia demuestran que los hombres dan menos sexo oral pero esperan recibirlo en mayor medida, que las mujeres se sienten más presionadas a darlo, y todo esto a pesar de que, de hecho, los hombres disfrutan más que las mujeres al darlo. Un despropósito tal, que no me pude contener y le hice una infografía a la canción que nos puede salvar de la desidia y la ignorancia:
2. Mi Mala
(Becky G, Leslie Grace y Lali)
Si tú no me quieres
Si tú no me amas
Dejemos las cosas claras
Yo tampoco busco amor contigo
¡Esta es una canción sobre una relación no romántica, abierta y consentida! ¿Cómo no amarla? Es una canción que destruye, como merece ser destruido, de una vez y para siempre, el mito de que las mujeres solo buscan amor y los hombres solo buscan sexo. “Dejemos las cosas claras”… a veces buscamos ambas, a veces solo una y a veces ninguna, como dice Becky G:
Hay unos días que ando loca por ti
Te veo y quiero todo lo que traes ahí
Y luego ya no quiero nada
Sí, yo soy así, así.
3. Mayores
(Becky G)
¿Cómo no me va a gustar una canción que empieza con “ a mí me gusta…” afirmando así la voluntad, agencia y preferencias de la mujer?
Especialmente cuando el man que canta con ella es de los que cree que uno lo ve y se le olvida todo lo que a uno le gusta y exige. Y por eso intenta infructuosamente convencerla pero ella “no quiere un tipo que no sepa nada”. Punto.
4. Duro y suave
(Leslie Grace)
Otra canción con una voz femenina poderosa y una voz masculina que sigue un poco perdida sobre qué hacer con tanto poder femenino. El concepto es muy sencillo, aunque para muchos puede resultar revolucionario: a ella no siempre le gusta igual y por eso pide lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quiere. El man, confundido, le dice: “Baby tú eres medio indecisa. Te gusta lento, pero con prisa”. No entendió nada. Pero a quién le importa. Yo vine a escuchar a Leslie Grace. Fin.
5. 1,2,3
(Sofía Reyes)
Oh, baby, I’m thinkin’ maybe
That you were always a piece of shh
You’re rubbin’ your dirt on everyone’s skirt
You know how to be a d—-
Esta canción empieza dejando claro que no tenemos tiempo ni paciencia para los patanes. Así de simple.Y continúa con la siguiente perla:
You say we should go and get a room: No.
O sea, el patán que propone irse a la cama, sin siquiera saludar, recibe la respuesta que se merece. Un no claro y redondito. Porque:
If you wanna turn it on
Go, get a lightbulb, después hablamos
If you wanna turn it on
Go, get a lighter, después bailamos
Es decir, la mujeres no somos cosas que, como un bombillo o un encendedor, se prenden y se apagan con un botón. ¿Capisce?
Y lo mejor de todo es que deja claro que los hombres tampoco. Que esa idea tóxica de que ser hombre es estar siempre buscando con quién acostarse pues es eso: una idea (y una idea falsa y errónea). Así que, cuando dice:
1,2,3 si te doy un beso ya estás a mis pies
Sofía quiere que sepan que su sexualidad también es y debe ser significativa y todo lo que indique lo contrario tiene nombre y se llama masculinidad tóxica.
6. Yo quiero bailar
(Ivy Queen)
Esta canción y esta mujer no necesitan presentación ni explicación. Ella es la diva, la potra la caballota y desde los inicios mismos del reggeatón estuvo ahí para reivindicar nuestro derecho a bailar reggaetón con toda la sensualidad de nuestros cuerpos, sin que ello signifique nada sobre nuestro valor o voluntad como mujeres. Los dejo, entonces, con el mejor verso que nos ha dado el reggaetón en su historia y que debe ser nuestro faro guía cuando de bailarlo se trata: «Yo quiero bailar, tu quieres sudar, y pegarte a mí, el cuerpo rozar y yo te digo sí, tu me puedes provocar, eso no quiere decir que pa’ la cama voy”.