Grace and Frankie: o el remedio para un feminismo etarista y desmemoriado

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Las Polas somos todas mujeres entre los 25 y los 27 años. Nuestro blog se mueve en un 98% en redes sociales, en las que más del 80% de nuestras seguidoras tiene entre 18 y 25 años. Hoy, quiero recomendarles un serie protagonizada por dos mujeres septuagenarias cuya historia nos habla de cómo es envejecer como mujer en un mundo que valora por encima de todo lo masculino y lo joven y novedoso.

Grace and Frankie, serie original de Netflix que cuenta ya con cuatro temporadas al aire, es una comedia que no se hizo para nosotras, y es precisamente por eso que debemos verla.

La historia de Grace – interpretada por la maravillosa Jane Fonda – y de Frankie –interpretada por la no menos maravillosa Lily Tomlin– empieza cuando sus matrimonios terminan en el momento en que sus esposos deciden salir del clóset y confesar que en sus 40 años de matrimonio han estado engañándolas a ellas, siendo pareja el uno del otro. Grace y Frankie, que no pueden ser dos polos más opuestos y se han soportado la una a la otra simplemente porque sus esposos eran socios en una firma de abogados, deciden irse a vivir juntas en una casa en las playas de California. Y así, empieza una amistad, una hermandad, como solo puede existir entre dos mujeres que lo han vivido todo, que lo han padecido todo y que han encontrado su propio valor a pesar de un mundo que las menosprecia por mujeres, por ancianas y, ahora, por divorciadas. Una amistad que surge de la diferencia y de encontrar en esa diferencia el mayor consuelo para una vida cargada de decepciones. Una amistad en la que, gracias a la compañía de Frankie, Grace supera los traumas de una sexualidad reprimida y las inhibiciones con las que el mundo la ha obligado a existir. Una amistad que a mí me ha puesto a soñar con envejecer junto a mis amigas, como en otros tiempos las películas me ponían a soñar con un príncipe azul; todo un cambio de paradigma que me ha permitido imaginar la vida mucho más allá de los límites del amor heteronormativo con el que crecí y cuyos límites solo me han llenado de inseguridades y me han condenado a la decepción.

Pero, lo que es más importante aún, la gracia e infinita elegancia de Grace y el feminismo setentero de Frankie, me han mostrado los puntos ciegos de mi propio feminismo. Yo, que me incomodo cuando mis papás se dan un beso en la boca (porque sí, soy ridícula y etarista y estoy trabajando en superarme) entendí con ellas que la invisibilización de la sexualidad de las personas maduras y el olvido de los esfuerzos de las mujeres que me precedieron son una más de las consecuencias de un mundo patriarcal y una dinámica machista en la que yo llevo toda mi vida participando. Ahora, nada me emociona más que ver a Grace y a Frankie vendiendo por todos los ancianatos y las universidades de California (así sin discriminación por edad) los vibradores que diseñaron pensando en las necesidades de las mujeres ancianas ( y si quieren saber cómo llegaron a este negocio, por favor no dejen de ver la serie!).

 

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