El «feminismo pop» no es real y es patriarcal

por: SinturaConEse

Entre las muchos maravillas que trajo el Hay Festival de Cartagena a la discusión pública, tal vez la más efímera, aunque no por eso menos importante, fue la discusión sobre el  “feminismo pop”. Después de que un grupo de feministas pro-aborto se robara el show con una foto en sus redes sociales, se regó la discusión sobre si es coherente ser una instagrammer sexy, atractiva, bien vestida y con fotos envidiables en medio de un atardecer cartagenero y ser una feminista “de verdad”.

Aquí las «Viejas Verdes», regias, fashionistas, fabulosas y feministas, en una de las fotos que desató la tormenta en contra del «feminismo pop».

El término “feminismo pop” se usa, a veces, para describir a las celebridades que suscriben discursos afines al feminismo o se llaman abiertamente feministas y usan este discurso como parte de la construcción de su marca personal. Las críticas, que no siempre son infundadas, giran en torno al uso del feminismo como estrategia de mercadeo sin que para muchas de ellas medie la verdadera deconstrucción que implica adoptar esta lucha. Tiene que ver también con la facilidad con que las mujeres privilegiadas, sobre todo las artistas blancas en Estados Unidos y Europa, enarbolan las banderas del empoderamiento femenino sin cuestionar las muchas formas en que ellas oprimen a las mujeres de otras comunidades históricamente marginadas, como las mujeres negras, latinas, asiáticas, árabes o inmigrantes. El gran problema de esta crítica es que se torna rápidamente destructiva. Porque cuando de mujeres se trata, una sociedad machista es incapaz de permitirnos, por un lado, una individualidad desde la cual auto examinarnos, crecer y aprender, y por el otro, separar las actitudes y acciones individuales de aquellas del movimiento sin descalificar de tajo la lucha feminista. Es decir, Ariana Grande no la puede cagar sin que le caigan encima a todo el feminismo.

Y el feminismo pop también tiene que ver con la llamada “cuarta ola” del feminismo. La que, supuestamente, estamos viviendo en este momento. Y entonces hay un montón de gente devanándose los sesos a ver cómo describe el feminismo de hoy. ¿Cuáles son sus características? ¿Cuáles sus luchas? Si la primera ola del feminismo pedía acceso a la educación, la segunda ola el sufragio universal y la tercera ola la anticoncepción, ¿qué piden las feministas de la cuarta ola? Pero es que describir un fenómeno mientras que ocurre es prácticamente imposible. Y además, detrás de ese afán por clasificar se esconde un burdo intento por descalificar. Quienes más se esfuerzan por catalogar el movimiento feminista contemporáneo son los primeros en decir, “pero si ya pueden ir a la universidad, votar y comparar anticonceptivos, ¿por qué siguen jodiendo?” Y entonces llega el discursillo anti “feminismo pop” a convertirse en el caballito de batalla de quienes quieren invisibilizar todos los espacios, derechos y privilegios que todavía se nos niegan a las mujeres.

Y ese caballito de batalla se despliega de muchas formas. Se despliega para descalificar a las mujeres que entendieron que feminidad tradicional y feminismo no son opuestos. Se despliega para inferir que si no es desde medios de comunicación hegemónicos o desde grandes instituciones (a las que las mujeres histórica y actualmente tenemos dificultad para acceder) entonces lo que hacemos y lo que decimos las feministas no es válido. Se despliega para invalidar las voces de las mujeres que denuncian que el machismo es cosa de todos los días, en la casa, en el carro, en el bus, en el colegio, en la universidad, en el trabajo, y no solo cuestión de grandes fenómenos sociales (que muchos dicen que ya están resueltos porque podemos votar e ir a la universidad). Mejor dicho, se le llama feminismo pop a todo lo que tiene el verdadero poder de decir, en todos los espacios que habitamos las mujeres,  “no nos aguantamos más un sistema que nos relega a roles subordinados, ni en lo grande ni en lo chiquito”. Y se le llama así para infantilizarlo, minimizarlo, pintarlo como insignificante e inútil. Cuando en realidad es todo lo contrario.

Si de feminismos se trata yo estoy en el epicentro del feminismo canónico, ese feminismo intelectual, supuestamente “serio”. Como estudiante de doctorado me paso los días leyendo sobre teoría crítica, teoría feminista y queer, e interseccionalidad. Cuando puedo y como puedo, me escapo de ese mundo para traer algo de lo que entiendo (que no es mucho) a SietePolas.

No me tomo fotos de mi pinta del día (aunque me encanta vestirme como si fuera para un fashion week). No me tomo fotos en calzones o en vestido de baño (aunque gracias al feminismo casi todos los días me veo al espejo sin ropa y me gusto). No hago videos de maquillaje (aunque no salgo de mi casa sin maquillar ni porque haya pasado derecho terminando un ensayo de 25 páginas) Y, sin embargo, entiendo que mi feminismo no puede existir hoy en día donde no existe la que pone una foto de su pinta y la acompaña de una reflexión sobre el pañuelo verde que le cuelga a su cartera de marca y que simboliza su lucha para que todas las mujeres tengan el derecho de decidir sobre su cuerpo y su destino. Mi feminismo no puede existir donde no está la que se toma fotos en topless frente al espejo para denunciar la doble moral de una sociedad que usa las tetas de las mujeres para venderle hamburguesas a los hombres pero se escandaliza cuando una mujer mira sus propias tetas con amor y con orgullo. Mi feminismo no existe si no hay mujeres ultra maquilladas y otras sin maquillar diciendo: así es como se ve una feminista. No puede existir si no hay mujeres que me recuerdan que las decisiones sobre cómo vestimos y la estética que le mostramos al mundo están atravesadas por todas las ideas sobre el género y que desde ahí también se puede incitar al cambio. Mi feminismo “serio” no puede existir sin ellas porque se acabaría al cerrar el libro o permanecería encerrado en mi salón de clases donde de todas formas mis profesoras y mis compañeras ya entendieron que el patriarcado es una mierda y se tiene que acabar.

No soy yo (excepto cuando escribo en SietePolas algo lo suficientemente chevre, cosa que no ocurre con frecuenia) la que se está metiendo en las casas y en las familias de las niñas y jóvenes latinoamericanas para hablarles de libertad e igualdad. Son ellas, con sus pintas cool y sus tendencias de maquillaje las que lo hacen todo los días, foto a foto, video a video, tendencia a tendencia. Son ellas las que mandan a mi salón de clases estudiantes con pañuelos verdes en la muñeca, listas para hablar del género como espectro y como construcción social y del aborto como derecho de todas las mujeres y de la interseccionalidad como necesidad incuestionable. O simplemente estudiantes listas para hablar, libres de ese modelo de feminidad asociado al silencio, a la sumisión y a la discreción con el que todas crecemos, gracias a que sus ídolas en redes son femeninas y cool a más no poder y también son libres, y hablan duro y dicen lo que piensan y no se recogen cuando les dicen que tan “pop” y tan ridículo todo lo que hacen.

¿Que al feminismo en Latinoamérica y en Colombia le falta mucho? Claro que sí (¿y en dónde no?) ¿Que nos falta interseccionalidad, conciencia de clase, inclusión de mujeres rurales y racializadas? Sin duda. ¿Que las que hacemos activismo digital no estamos en territorio poniendo en práctica lo que pregonamos? Es una forma muy miope de evaluar lo que hacemos, pero digamos que, efectivamente, muchas de nosotras no estamos involucradas con trabajo de campo o comunitario en el sentido más tradicional. En cualquier caso, nos sobra la conciencia de nosotras mismas, la auto-crítica, y la deconstrucción. Lo veo en todas. En las que andan metidas en bibliotecas o trabajando en ONGs, UTLs y ministerios tanto como en las que graban videos para YouTube y cuñas para marcas de maquillaje. Y por eso es que sabemos todo lo que nos falta y por eso es que cada día nos falta menos.

Me disculparán quienes me han cuestionado en el pasado por titular mis escritos de forma ambigua. Soy una feminista pop que se vale del clickbait. ¿Qué le vamos a hacer?

Cuando digo que el feminismo pop no es real lo que quiero decir es que no existe como categoría cerrada y no existe tal cosa como una contradicción entre feminismo pop y feminismo de verdad. Esas prácticas “en tendencia” (hablar de reggaeton y feminismo, hablar de moda y maquillaje, tomarse fotos sexys para hablar de amor propio, dominar las calles de Cartagena en espectaculares y aborteros vestidos verdes) nunca se quedan solo en la superficie. En realidad, son las excusas que nos permiten hablar de los problemas de fondo en un mundo digital en el que la atención de las personas está en todas partes y en ninguna parte al mismo tiempo.

Y digo que el feminismo pop es patriarcal por que como clasificación y como etiqueta lo es. Los absolutos, los binarios opuestos, las jerarquías perfectamente verticales son patriarcales por definición. Y esa manía por clasificar todo en cajitas perfectamente coherentes y ponerles un nombre también lo es. Ese “yo la tengo más grande que tú” y por eso yo estoy bien y tú estás mal es el rezago de una cultura que enaltece la razón (y la clasifica y pondera como masculina) por encima de la emoción y la empatía (que califica y desprecia como femenina).

Como práctica, como vivencia y como aprendizaje el feminismo pop es infinito en sus posibilidades. Podemos seguir cuestionándonos, a nosotras mismas y las unas a las otras. Podemos exigir siempre más. Más acción, más profundidad, más alcance. Podemos seguir buscando y encontrando todos esos lugares en que nuestros feminismos se encuentran y se nutren mutuamente. Las clasificaciones, las etiquetas, las jerarquías, los absolutos… dejemos que el patriarcado se entretenga con eso mientras nosotras seguimos gestando nuestra revolución.

11 comentarios sobre “El «feminismo pop» no es real y es patriarcal

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  1. ¡Qué buena reflexión!
    Ese rechazo contra el «feminismo pop» es puro miedo al cambio y al uso de nuevas plataformas. Al fin y al cabo lo que buscamos son mujeres libres de hacer lo que se les dé la gana, que sea tener o no tener hijos, usar tacones o botas militares, quedarse en la casa o ser gerentes, etc, sin que nadie les diga que esa es o no una forma aceptable de ser mujeres o de ser feministas.
    Gracias por este texto tan chévere.

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  2. Buenas para todas las polas, desde hace tiempo estoy viendo que esta cogiendo mas fuerza el tema del feminismo, aunque siempre ha estado, pero a lo estoy viendo con mas frecuencia,personalmente he estado leyendo desde hace un tiempo temas sobre todo lo que tiene que ver con feminismo y vengo de un pueblo de la costa específicamente de la sabana (lorica – cordoba)donde uff si que se ve ese patriarcado, en todo caso siempre me he visto identificada de decir y de hacer lo que me da la gana. asi que me creo , o bueno no me creo soy una mas de uds, asi que seguiré investigando, leyendo y apoyando todo lo que sea conveniente para todas.

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  3. Leí el título de este artículo, y estando en desacuerdo comencé a leerlo para poder responderte con argumentos que consideraba que estabas equivocada (again, a juzgar por el título). Lo terminé de leer y no puedo estar más de acuerdo con lo que dices. Me encantan las acciones que ponen a la gente a hablar de un tema, en especial temas sociales. El «feminismo pop» es otra manera de hacer que más personas hablen de algo de lo que se tiene que hablar.

    Buen artículo 🙂

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  4. Leí el título de este artículo, y estando en desacuerdo comencé a leerlo para poder responderte con argumentos que consideraba que estabas equivocada (again, a juzgar por el título). Lo terminé de leer y no puedo estar más de acuerdo con lo que dices. Me encantan las acciones que ponen a la gente a hablar de un tema, en especial temas sociales. El «feminismo pop» es otra manera de hacer que más personas hablen de algo de lo que se tiene que hablar.

    Buen artículo 🙂

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