Esta semana hemos hablado mucho de la migración de mujeres venezolanas a nuestro país y la forma en que esto agudiza su vulnerabilidad, convirtiéndolas en el blanco perfecto para la explotación sexual.
Nuestro recomendado de hoy es una columna publicada por la ONG Dejusticia que nos brinda mayores elementos para entender la realidad que viven las migrantes del Sur Global. Pero principalmente, que nos invita a reconocer el valiosísimo aporte del trabajo de estas mujeres a la economía del mundo.
La autora, Maria Ximena Dávila (una de nuestras mujeres del #MartesDeMujeres) explora el concepto de «cadenas globales de cuidado», y nos cuenta que sin las mujeres migrantes que asumen el trabajo doméstico en el Norte Global, e inclusive en ciudades capitales como Bogotá, el mundo no se mueve.
«Más de una tercera parte de las migrantes, al menos de América Latina y el Caribe, son trabajadoras domésticas que laboran en condiciones de informalidad, sin un salario justo y son víctimas de violencia económica, física y psicológica por parte de sus empleadores. Lo problemático, por lo tanto, no es que las migrantes ejerzan trabajos de cuidado, pues muchas luchas feministas han abogado precisamente para que se reconozca este como un trabajo digno con las suficientes garantías laborales. Lo problemático es que sea su única alternativa en un mundo que aún desdeña este tipo de trabajo».
– María Ximena Dávila
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