J Balvin, amigo, date cuenta… ¡y tú también!

“J Balvin, amigo, ¿qué te pasó si ibas tan bien?” Con esta frase en la cabeza me la pase todo el domingo pasado en Twitter, mientras veía cómo uno de mis artistas favoritos de todos los tiempos me rompía el corazón.

J Balvin representa muchísimas cosas para mí como latina, como colombiana, como mujer y como feminista. Demostró que era posible hacer buen reggaetón sin tener que reducir a las mujeres a unas tetas y un culo grande y sin tener que cantar sobre lo duro que les daba en la cama. Demostró que era posible seguir hablando de sexo en la música –porque nada más puritano que escandalizarse con canciones que hablan de tirar– pero sin tener que tomar prestadas imágenes del porno. Mejor que eso, Balvin evoca en sus letras un sexo más rico, donde hombre y mujer se seducen, piden, reciben y disfrutan por igual. “Downtown”, su canción con Anitta, me parece un himno del sexo feminista. Pero Balvin también se salió de la monotonía del reggaetón de sexo, plata, drogas y carros, y en un momento llamó la atención de sus colegas del género para que dejaran de aclamar como héroe al que más plata tuviera, al que mejor carro tuviera o el que más tiros al aire hiciera. Un imaginario de masculinidad tóxica que tanto ha jodido a este país. Comenzó a cantar sobre otros temas: de amor y desamor, de pasarla bueno y disfrutarse una buena fiesta, del orgullo que se siente ser latino. Con su reggaetón, Balvin me hizo enorgullecer de ser de aquí, de pertenecer a esta cultura vibrante y llena de sabrosura, e hizo sentir a miles en otros continentes esas ganas de vibrar como nosotros hasta ponerlos a cantar en español –incluyendo a la mismísima Queen B–, como ningún otro género lo había hecho. Balvin me hizo enorgullecer de un género que muchos desechan por ser “vulgar” e “indecente” –como en un intento de querer blanquearse para parecer más finos– cuando el reggaetón es uno de los mayores legados de Latinoamérica para el mundo. Me fascina verlo explorar con su imagen poniéndose ropa de mil colores, usando joyas, pintándose el pelo de leopardo colorido, compartiendo trajes con Bella Hadid, sin miedo alguno de expresarse mediante formas típicamente femeninas por pendejadas como que eso “lo hace menos hombre o menos macho”.

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Balvin no es un ícono feminista, ni mucho menos. De hecho, no creo que nada de esto que ha hecho sea por una decisión feminista consciente. Sin embargo, las decisiones que ha tomado en su carrera lo llevaban en la dirección correcta. Su música, su estilo y su imagen proyectaban una masculinidad más balanceada, más sana, menos violenta con lo femenino. Y que esto lo hiciera una persona con millones de seguidores y con tantísimo poder de influencia no era para menos. Era alguna señal de esperanza de que era posible vivir en un mundo con mejores hombres y masculinidades menos frágiles.

Y a pesar de todo esto, cuando pudo hacer lo más significativo que puede hacer un aliado feminista, prefirió quedarse en la comodidad de sus privilegios. Chris Brown, su nuevo amigo y con el que próximamente sacará una canción, es de lo más cafre que hay en el mundo. Tiene denuncias por violencia y abuso sexual de diversas mujeres. Sus dos ex parejas sentimentales, Rihanna y Karrueche Tran, obtuvieron una orden de alejamiento porque Brown las molía a golpes y las amenazaba con matarlas. Y sin embargo, Balvin consideró que esta era “su vida personal”, que él no estuvo ahí para saber qué pasó, pero que sí apreciaba su talento.

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Es decir, para Balvin las denuncias, las sentencias judiciales, las entrevistas de las víctimas y las fotos no fueron suficientes para saber que Brown es un agresor de mujeres consagrado. Y aún así, nada de lo que hizo Brown le pareció lo suficientemente grave como para declinar una colaboración con él, porque simplemente el tipo “tiene talento”. Y solo ese tal talento bastó para que Balvin ignorara todo lo que ha hecho y le prestara su plataforma de millones de personas y le diera la exposición de la vida. Con su colaboración, Balvin también le dará millones de reproducciones en Spotify y YouTube, lo llenará de plata y lo ayudará a mantener esa posición de poder que le permite violentar mujeres y salirse con la suya. Palabras más, palabras menos, hacer una canción con Brown sí es acolitarle la violencia, así Balvin diga lo contrario.

Sin embargo, aunque Balvin haya sido el que causó la conmoción (pues porque es él), su caso es el de muchísimos hombres a mi alrededor, que dicen ser o parecen aliados del feminismo hasta que les toca asumir los costos que vienen con esa enunciación. Hoy en día es difícil encontrar hombres que verdaderamente crean que la igualdad entre géneros no es importante. Y cada vez más conozco tipos que se enuncian feministas, o aliados feministas, y sacan su post en redes sociales sagradamente cada 8 de marzo con textos de ensueño. Y al hacerlo llueven los aplausos y los reconocimientos como hombre del año. El mismo J Balvin no ha recibido sino halagos y felicitaciones por su reggaetón “woman-friendly” (amigable con las mujeres). Sin embargo, cuando les toca ponerse los guantes y ensuciarse un poquito las manos, hasta ahí les llega el feminismo. Entonces, son feministas pero se callan cuando les mandan fotos de mujeres desnudas. Son feministas pero se ríen de los chistes sexistas. Son feministas pero no dicen nada cuando los amigos califican a una mujer de zorra por cómo se viste o porque se acostó con fulano. Son feministas pero prefieren prestarle su plataforma de millones de personas a un rapero pasado de moda a pesar de su tremendo historial de violencia de género. Mientras tanto, cuando las mujeres salimos a hablar de feminismo nos ganamos miles de insultos, burlas y hasta amenazas de violación correctiva.

De toda esta contradicción viene la decepción que sentimos las feministas cuando Balvin salió con su chorro de babas. Y con toda la razón muchas nos despachamos contra él el fin de semana en redes sociales. Sin embargo, ¿qué tipo de cambio generamos en él? Al parecer ninguno más allá de que el man admitiera que la cagó. Y esto nos deja un mensaje importante a las feministas. Claro que hay que exigirle a nuestros amigos, familiares y artistas aliados cuando la embarran con las feministas. Claro que Balvin se merecía que se le explotaran sus redes sociales con mensajes de decepción. Pero el objetivo de todo eso no puede ser simplemente cancelarlos definitivamente y mandarlos al carajo sin más, porque con esto eliminamos cualquier posibilidad de que los hombres se revisen, entiendan y efectivamente cambien y rompan con ese código de machos de cuidarse los privilegios. Al fin y al cabo, a las feministas nos interesa más que los hombres se revisen y transformen sus conductas habituales que simplemente quedarnos protestando para mostrar todo lo que está mal. Si tuviera a Balvin al frente, le diría que si lo «cancelé» es para llamar su atención y decirle : “amigo, date cuenta”. Y que si hago todo eso no es por odio, ni por “trollearlo” y ni porque quiera tirarme su carrera. Al contrario, es justamente porque lo quiero apoyar, porque puede ser un aliado importante y porque creo que es un tipo con toda la capacidad de entender y reaccionar, que me tomo el tiempo de escribir sobre él en este espacio tan sagrado para mi, para decirle #AmigoDateCuenta.

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Entonces, J Balvin, amigo: no es suficiente con que te pongas joyas, colabores con Rosalía y te pintes la boca de rojo mostrando compromiso con la lucha contra la violencia de género. Amigos y seres con menos fama: no es suficiente con que se enuncien feministas o aliados del feminismo por redes sociales. Nada de eso es realmente importante si a la hora de romper esos códigos de machos de acolitarse la violencia, encubrirse el machismo y protegerse los privilegios, se quedan sin hacer nada. La lucha por la igualdad la hemos liderado las mujeres porque somos las más jodidas con el patriarcado, pero ese sistema también los jode a ustedes. Entonces, si realmente queremos un mundo más igual, tenemos que ponernos manos a la obra juntos, repartiéndonos los beneficios y los costos que eso implica. Es injusto que seamos únicamente las mujeres las que asumamos la estigmatización que viene con autoproclamarse  feministas, con denunciar todos los micromachismos con que nos encontramos en el día, con marchar, protestar y ejercer presión para generar cambios legislativos, judiciales y sociales, todo en beneficio de toda la sociedad; mientras que ustedes se quedan sólo con lo rico y lo cómodo de enunciarse aliados del feminismo y desecharlo cuando ya no les conviene. El feminismo no es una moda a la que se pueden pegar para ser más “cool” ni es una estrategia de mercadeo para hacer más plata. El feminismo es un compromiso serio con la igualdad, que exige mucho más que cambios cosméticos del comportamiento. Así que si se van a meter en esto, asegúrense de ponerse los guantes y el uniforme y prepárense para meterse de lleno en el barro.

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