Uber se va de Colombia y ha habido todo tipo de reacciones, pero nunca me imaginé que estas reacciones incluirían la de un taxista que decide que la mejor forma de celebrar el suceso es mandando a las conductoras de Uber a lavar y a planchar. Esto fue exactamente lo que hizo Freddy Contreras el domingo pasado, al publicar un video que demuestra que la coyuntura no decepciona, en el sentido en que siempre nos dará mucho de qué hablar a las feministas. Esta columna es mi aporte al debate sobre la salida del Uber, un aporte que hago más por feminista que por usuaria. Y lo feminista no es discutir si Uber es ilegal o no, es recordar, con tristeza, que vivimos en un país en el que aun hay cabida para comentarios fuertemente machistas—y aun peor, para que quien los diga no se arrepienta de hacerlo e incluso disfrute haber generado controversia.
Supongo que vivir rodeada de feministas (o de personas que aunque no sean feministas sí tienen algo de conciencia de género) también es privilegio: es poder olvidar, de a ratos, que en este país todavía hay personas que genuinamente creen que no están siendo machistas cuando mandan a las mujeres a lavar, a planchar o a cocinar. Es así como el mensaje de este taxista me sacó de mi mundo de fantasía y de equidad y me hizo sentir impotente: ¿cómo unas cuantas feministas vamos a lograr la transformación cultural requerida para que estos comentarios desaparezcan de la cotidianidad? ¿Cómo le explicamos a un hombre totalmente seguro de sí mismo y de lo que dice que mandar a lavar y a planchar a las conductoras de Uber es decirnos a todas las mujeres que se nos acabó el chistecito, el intento fallido de hacer cosas de hombres y que ya es hora de admitir la derrota y devolvernos a la casa? ¿Cómo evitamos que se reproduzca ese binario de género en el que muchos hombres se apoyan para nunca tener que lavar (o lavar pero solo carros)? Pareciera una tarea imposible e infinitamente desgastante (aun más cuando el mismo Contreras dice que a causa del video ha recibido mensajes en los que amenazan a las mujeres de su familia).
Entre más escribo más me doy cuenta que mi columna se convierte más en un suspiro o en un lamento. Porque no estoy siendo propositiva y tampoco sé muy bien para dónde voy, pero sí tengo más problemas con todo este asunto. Los tengo no solo con el video sino con lo que ha sucedido después. Les pregunto a ustedes qué es peor: ¿que en CityTV Contreras señalara que no se arrepiente y que respeta mucho a las mujeres? ¿O que un día después en la W haya dicho que es bruto y que no piensa para hablar? La primera opción es preocupante porque es una clara manifestación de lo que para mí es uno de los grandes retos del feminismo: que entendamos que hasta el más pequeño o el más sutil chiste o comentario machista es una expresión de la misma violencia de género que genera violaciones y feminicidios. Y que molestarnos por estas expresiones más cotidianas no nos vuelve unas exageradas o unas amargadas, más bien demuestra la capacidad del feminismo para entender la violencia de género como un sistema.
Entonces, señor Contreras, no se vale mandar a las conductoras de Uber a lavar y a planchar y, acto seguido, aclarar que la mujer “siempre es lo primero” y que nunca les faltaría el respeto. No se vale atribuir un comentario machista al sarcasmo (“Tal vez me arrepiento por mi sarcasmo, que es único,” fue lo que dijo el taxista), debe atribuirlo al hecho de que usted es una persona machista. Y aprovechando que el internet ni olvida ni perdona, no se vale prender y apagar esa conciencia de género (esto último lo digo a propósito de la foto que se desempolvó en medio de toda esta polémica, en la que Contreras se tapa medio rostro para demostrarle su apoyo y solidaridad a la actriz Eileen Moreno después de haber sido golpeada por su exnovio).
La segunda opción, en la que Contreras admite que es bruto, no es mucho mejor. “Lo hice sin pensar porque yo soy bruto, o sea, hay que decirlo, yo no pienso para hablar, yo llego y hago las cosas más con el corazón y con odio porque nos han llevado a la ruina.” Que haya sido capaz de decir esto nos da una idea de lo cómodos y protegidos que están los hombres en el patriarcado. Ofender y atribuir la ofensa a la idiotez o a nuestra emocionalidad es algo que las mujeres, que todos los días nos esforzamos para que nos tomen con seriedad, simplemente no podemos hacer.
Es posible encontrar algo de humor en todo esto. Aparentemente el señor Contreras es el presidente la ONG Ayudantax. Pero más bien él es que necesita ayuda, no solo para ser mejor persona sino para ser mejor taxista, porque, al parecer, tendrá que pagar una multa por grabar tan elocuente video mientras conducía.