Imagen tomada de Blogspot
“@ÁngelaPervesa: Tuve a mi hijo a los 19 y en EPS decidieron inmediatamente ponerme una T de cobre que se enquistó, me lastimó y pude haberme enfermado gravemente. En Profamilia me la removieron y me asesoraron”.
“@OguiLuCortes: Fue en Profamilia que me diagnosticaron con SOP (Síndrome del Ovario Poliquístico), gracias a esa ginecóloga insistí en mi EPS (donde nunca me diagnosticaron correctamente) para que me hicieran exámenes y pudiera empezar el tratamiento”.
“@ÁngelaPerversa: También recibimos varias de las vacunas que no cubre el POS y la atención siempre fue respetuosa, cálida, pero sobre todo, con mucha información”.
“@maysan_s: A mis 17 años no tenía idea de cómo planificar, ni muchas cosas de mi cuerpo. En la EPS la doctora me dijo que era un promiscua y que podía contraer VIH y ETS si no esperaba el tiempo adecuado para tener relaciones. En Profamilia me enseñaron y me guiaron en todo”.
“@MiembrodeNumero: En Profamilia me hicieron la vasectomía sin poner problemas a pesar de ser joven y no tener hijos y actualmente me permiten hacer parte del programa piloto de uso de PrEP como tratamiento de prevención del VIH. Tengo prepagada y nunca me han atendido tan bien”.
Varios tweets como los anteriores fueron tendencia ayer en redes sociales como respuesta a las críticas que han surgido en los últimos días contra Profamilia. En ellos, varios usuarios contaban sus experiencia con ellos.
Tengo que ser sincera, jamás me imaginé escribiendo una columna para explicar por qué una organización como Profamilia es fundamental para la sociedad y, mucho menos, por qué debemos rechazar tajantemente la campaña de desprestigio que se ha generado hacia ellos y que no es más que una parte de la estrategia, ya conocida, por restringir el acceso de las mujeres al derecho fundamental a la IVE.
Profamilia es una organización privada sin ánimo de lucro, a pesar de que muchos crean que es pública, que ha demostrado y ejercido su interés genuino de proteger los derechos sexuales y reproductivos de la población colombiana pero, sobre todo, de las mujeres. Por muchos años fueron los únicos proveedores de servicios en zonas rurales constantemente olvidadas por el Estado. Gracias a ellos, miles de personas han podido acceder de manera ágil, fácil y clara a educación, información y servicios en salud sexual y reproductiva. Lo más importante, sin tener que enfrentarse a las barreras que normalmente enfrentan.
En Profamilia es posible resolver todas las dudas y encontrar toda la información necesaria, proporcionada por expertos en la materia, sobre el aborto seguro, métodos anticonceptivos, infecciones de transmisión sexual, diversidad sexual, violencia de género, fertilidad y todo lo asociado a cuerpo y sexualidad.
Esta organización ha abierto las puertas y ha cambiado el paradigma frente a cómo debemos relacionarnos con nuestro cuerpo. Ha entendido que la educación para la sexualidad es clave en el desarrollo de cualquier individuo y que para ello se tienen que desarrollar competencias en las niñas y niños, en los jóvenes y en la población en general para lograr una toma de decisiones con conocimiento, responsable y autónoma sobre el propio cuerpo.
Han abierto la puerta a la prestación de servicios de ginecología, urología, sexología, piscología e, incluso, medicina general. Así como a procedimientos más específicos como la ligadura de trompas, la vasectomía, la vacunación o la IVE. Servicios y procedimientos que debería garantizar el Estado y que en pleno 2020 presentan todo tipo de barreras para ser practicados en EPSs y hospitales a lo largo del territorio nacional. Gracias a ellos se ha generado toda una alianza entre organizaciones públicas y privadas para garantizar el acceso a anticonceptivos en la mayoría del territorio nacional. Gracias a ellos los derechos sexuales y reproductivos están en la agenda y siguen trabajando para que se conviertan en una política pública real.
Así que cuando veo la estigmatización y la crítica a una entidad que lleva años trabajando por el bienestar y la salud sexual y reproductiva de la población colombiana solo puedo llenarme de rabia e impotencia. Esta organización y sus colaboradores han entendido, entre otras cosas, que la autonomía del cuerpo es fundamental, que ninguna mujer debería ser obligada a la maternidad no deseada y que la IVE es un derecho. Y es justo esto lo que le incomoda tanto a las estructuras patriarcales que buscan cualquier oportunidad para atacar y desprestigiar a los mejores aliados que tenemos las mujeres en un país donde no se nos garantizan nuestros derechos sexuales y reproductivos y donde se busca frenar los avances de nuestros derechos en general.
Gracias a Profamilia por derribar barreras, por educarnos sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos, por llegar a las zonas más apartadas del territorio, gracias por protegernos, gracias por prestar los servicios y cumplir la labor que el Estado debería hacer, pero no está cumpliendo. Gracias por mantener su compromiso con la sexualidad de los colombianos.
Educación sexual para elegir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
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