(Créditos al artista español Francisco de Pájaro por la fotografía y por la colección de esculturas elaboradas con basura «El Arte es Basura»).
Soy una feminista que ha ingresado a la causa ambientalista pero por la puerta trasera, pues este ingreso ha sido más un accidente que una decisión consciente. Es el inevitable resultado de comprender que el mismo sistema que oprime a las mujeres se ha encargado de reducir la relación de los seres humanos con la naturaleza a una relación antropocéntrica, de dominio y de extracción. Y esta realización ha venido acompañada de otra, una realización alarmante para mi como antropóloga: el hecho de que cualquier otra manera de relacionarse con el entorno ha sido desacreditada, desmeritada, invisibilizada o tildada de retrógrada.
Qué fascinante ha sido todo esto, pero qué agobiante también (como si el feminismo así solito no implicara infinitos problemas estructurales e imposibles de resolver). Pongo el tema sobre la mesa porque estoy segura de que no soy la única feminista preocupada por la crisis medioambiental. Esta columna es para todas las que, como yo, han cruzado esa puerta trasera y saben que no hay vuelta atrás. Se trata de una recomendación muy puntual para ser una feminista más ecológica o para acercarse a la causa ambiental pero sin sentirse abrumada o estallada: y es que seamos más conscientes de la cantidad de basura que generamos.
(Antes de proceder debo mencionar que la columna fue elaborada en colaboración con Valeria Daza, abogada interesada en aprender y enseñar sobre la crisis climática y la sostenibilidad. Su página de Instagram está llena de recomendaciones, análisis de la coyuntura y definiciones y explicaciones de los conceptos básicos sobre medio ambiente).
Nunca lo olvidemos: cuando una bolsa de basura desparece de nuestras vidas (en mi caso, cuando suelto la bolsa y la escucho caer por el shut de basura de mi edificio), esta bolsa no desaparece de este planeta y terminará, en toda su materialidad, en un relleno sanitario cada vez más copado. ¡Qué desconectados estamos todos de lo que sucede luego de que desechamos un producto! Esta desconexión se debe a que en la cultura occidental, el dualismo humano-naturaleza es muy pronunciado y nos permite pensar que somos seres totalmente independientes y desprendidos de todo lo que sucede en nuestro entorno. Lo ideal aquí sería entender nuestra relación con la naturaleza como una relación de interdependencia y no de servidumbre.
Decimos que ser más conscientes de la basura que generamos es una recomendación sencilla porque hay muchas posibilidades de ejecutarla. A continuación presentamos algunas de estas y los invitamos a que las revisen más como un repertorio que como una receta que deba seguirse al pie de la letra. Comprendemos que no todas las feministas están igual de interesadas en la causa ambiental (y esto definitivamente no las hace “malas” feministas) y que no todas las personas estamos en la misma capacidad de ejecutar cada punto.
- Siempre recordemos que la primera de las tres “erres” (reducir, reutilizar y reciclar). Es más sostenible simplemente dejar de consumir que consumir productos ecológicos (¿qué es el capitalismo rampante, si no el apropiarse de la causa ambientalista y presionarnos para seguir siendo consumidores desenfrenados, pero de productos o marcas sostenibles?). Aprovechamos para recordar un tema que las #sietepolas hemos tratado ya varias veces, que es la compra de ropa y accesorios. ¿Qué tal preguntarse cuántas veces usaremos una prenda antes de comprarla? ¿Qué tal dedicar la misma atención a la lavada y al cuidado de una prensa que dedicamos a la compra de la nueva colección? Hay demasiadas herramientas en línea sobre este tema,
- En lo posible, reemplazar el uso de botellas y de bolsas plásticas de un solo uso por termos y bolsas ecológicas (¿ya conocen la bolsa ecológica de #sietepolas?). Esto es, para muchos, cuestión de acostumbrarnos. ¿Qué tal ubicar estos ítems a la entrada de nuestras casas, al lado de las llaves o de lo que sea que llevamos cada vez que salimos?
- Reemplacemos también las toallas higiénicas y/o los tampones por la copa menstrual (¡las #sietepolas ya hemos hablado sobre el impacto medioambiental de los productos de cuidado íntimo desechables y sobre los beneficios de la copa!) o por los calzones absorbentes, lavables y reutilizables (para quienes, como, la pola Juliana, prefieren una opción menos “invasiva”). Estas alternativas son más ecológicas y, en el largo plazo, mucho más económicas también. Las copas las pueden conseguir en Bloom y Vera o también en droguerías y algunas grandes superficies como Almacenes Éxito y Tiendas Jumbo. Los calzones en Somos Martina y Nosotras, la marca que nos ha acompañado a tantas colombianas en todo lo relacionado a la menstruación, recientemente lanzó los suyos. Cabe agregar que los emprendimientos que hemos mencionado tienen demasiada información sobre cuidado íntimo y están contribuyendo a eliminar el tabú de la menstruación).
- Empecemos a hacer ecoladrillos en nuestras casas. Los ecoladrillos son botellas plásticas rellenas de residuos plásticos limpios y secos. Es la manera más sencilla de transportar estos residuos, lo cuales se convertirán en madera plástica. Esta recomendación es beneficiosa pero también (en el caso de la pola Juliana) algo divertida, debido a que se convierte en una especie de misión de no volver a arrojar plásticos a la basura. Para más información, absolutamente relevante seguir a ecoworks_ en redes. Algo que nos encanta de esta página es que son los mismos recicladores los que explican todo sobre los ecoladrillos. ¡Sin mencionar que tienen puntos de recolección en Bogotá y que mencionan otras iniciativas similares con puntos de recolección en otras ciudades!
- Apoyemos restaurantes y almacenes que tengan conciencia ambiental, es decir, que estén interesados en que sus empaques sean lo más ecológicos posibles. Esta recomendación es especialmente importante en este año de pandemia, año que, para muchos, también ha sido el año de los domicilios y de las compras en línea. Sería interesante construir algo así como una base de datos o un indicador que aquellos negocios en Colombia con empaques más ecológicos (si alguien conoce o está interesado en realizar un ejercicio de este tipo, ¡pueden contactarnos!).